Urbanismo

Por Sergio Montes, socio de Inmobiliaria Regenera

En columnas anteriores revisamos tres claves que entrega la urbanista Jane Jacobs en su libro “Muerte y vida de las grandes ciudades americanas” para lograr barrios que aporten al máximo a la calidad de vida de las personas. Hablamos de la importancia de la densidad para lograr barrios con vida, ya que permite tener espacios comunes como veredas, parques y comercios llenos de personas. Por otro lado, destacamos que al mezclar diversos usos de edificios, como comercio, vivienda, universidades y oficinas, los espacios se enriquecen tanto por la variedad de sus residentes, como por sus distintos horarios y costumbres que permiten que los barrios se mantengan vivos, sin interrupciones. También abordamos que es importante que el entramado de calles y pasajes sea lo más fino posible para dar al peatón la posibilidad de vivir experiencias distintas, según sus intereses, al poder unir un mismo punto de origen y de destino con mayor flexibilidad.

Ahora revisaremos la cuarta recomendación de Jacobs en su recorrido por distintos barrios y el agudo análisis que hace de algunos casos de éxito y de fracaso en la misión de brindar calidad de vida a sus habitantes. Este cuarto pilar es el mezclar edificios nuevos y antiguos. Así, un barrio puede valorar su tradición y mantener los edificios que vale la pena conservar, e ir a la vez modernizándose y adaptándose a las nuevas necesidades de forma armónica entre la historia y las nuevas tecnologías.

Para la regeneración urbana esto es crucial. Este recambio es el motor que hace que una ciudad o un barrio se mantenga vigente, como un ser vivo que crece y va renovando su piel. Tal como un ser humano que vive en constante cambio, pero que mantiene su identidad y atesora su historia de vida, que se va nutriendo con el paso de los años. Una ciudad que no evoluciona, que no se renueva en el tiempo, es una ciudad que va muriendo; y otra que se destruye por completo para reconstruirse es también un fracaso. Las ciudades y barrios exitosos se van desarrollando activamente, en armonía con su historia y cuidando su patrimonio.

Esta mirada que entrega Jane Jacobs en materia de regeneración urbana, es un punto de partida que nos debe unir a los emprendedores privados y organismos públicos para lograr avanzar de manera ágil, con medidas eficientes y reglas claras, en entregar viviendas y soluciones para una mejor calidad de vida de los habitantes de nuestras ciudades, que es a lo que debemos apuntar.

 

 

 

 

Por Sergio Montes, socio de Inmobiliaria Regenera

El clímax de genialidad de uno de los mayores libros de urbanismo contemporáneo, “Vida y Muerte de las Grandes Ciudades Americanas”, escrito por Jane Jacobs en 1961, es el capítulo en el que describe una suerte de sinfonía generada con los ritmos del día a día de un barrio. Esa forma de ver la ciudad como algo amigable, acogedor y hasta artístico, es la clave para que juntos vayamos construyendo mejores lugares para vivir. Ciclovías pintadas de colores, demarcaciones de las calles bien señalizadas, veredas bien diseñadas, de anchos razonables, con acceso universal y sin postes en medio (como suele darse en Santiago), son algunos de los detalles que pueden hacer de una ciudad un lugar más agradable para transitar y vivir. Un lugar que aporte más y mejor calidad de vida en nuestro cotidiano.

Si pensamos así en la base para estructurar una ciudad, proyectándola como una composición artística y acogedora, considerando su ritmo, su métrica poética, el resultado será sin duda más interesante desde la perspectiva urbana. O si la asemejamos a un tejido, esa estructura base será el entramado de sus hilos; mientras más fino sea ese entramado estaremos en algo más parecido a la seda y mientras más grueso, más cercano a un saco de papa.

Una ciudad con un entramado fino de calles -podemos pensar en las complejas y entrecruzadas calles de Roma o los centros de otras ciudades europeas como Londres, donde prácticamente no existen edificaciones que se perpetúen en una larga cuadra, como es el caso de los grandes malls en los suburbios americanos- esa será una ciudad o un barrio interesante de caminar por las variadas alternativas que entrega para recorrer desde un punto a otro, girando por calles nuevas según nos vaya pareciendo oportuno o atractivo. Además, si los dos pilares del buen urbanismo que comentamos en las columnas anteriores se dan, densidad y mix de usos principales, seguramente tendremos un trayecto muy poblado de ofertas de comida, entretención, cultura y muchas otras cosas que compartiremos con gente variada que también estará caminando por esas mismas veredas.

 

 

 

Por Sergio Montes, socio Inmobiliaria Regenera

No sólo entre los urbanistas existe gran consenso en que la densidad de un barrio es muy positiva para la calidad de sus espacios públicos; este principio se ha visto comprobado en cada rincón del mundo por una migración sostenida hacia polos más urbanizados, más equipados, más densos. Polos que tienen espacios públicos que aportan a una mejor calidad de vida.

La “vida social entre los edificios” -término acuñado por el urbanista danés Jan Gehl, entendiendo por ello el que las calles y veredas de una ciudad estén vivas, transitadas por personas que aporten vigilancia, alegría a sus vecinos, ventas a los comercios, entre otros- sólo va a surgir si existen usos mixtos y, con ellos, diversidad de personas que transiten a distintas horas: universitarios, trabajadores, oficinistas, comerciantes, dueñas de casa, artistas, niños. También se necesitan calles interesantes, ojalá un entramado fino de calles que permita ir variando de camino fácilmente, encontrando locales comerciales nuevos, restoranes o distintos lugares de interés. Aquí la densidad surge como condición necesaria para que en esos espacios coexistan una cantidad razonable de personas para poblarlos y vitalizarlos.

Como señaló el arquitecto Alejandro Aravena en una reciente entrevista en La Tercera “una ciudad, en esencia, es una concentración de oportunidades. ¿Por qué vivimos en ciudades? Porque cualquier indicador que tú tomes de bien común -acceso a servicios básicos, a sanidad pública, a educación, creación de riqueza, de conocimiento, de masa crítica- mejora si la gente está concentrada en el espacio.”

La pandemia y sus cuarentenas nos han distanciado temporalmente de nuestros espacios públicos, y nos han hecho valorar -tal vez en exceso- el distanciamiento social. Pese a que se han visto subtendencias -en mi opinión temporales- que valoran el retirarse a suburbios peor conectados para tener más espacio privado, la naturaleza social humana hará que una de las primeras cosas en volver a la normalidad, sea la búsqueda de estos espacios de encuentro social, con la ciudad y los barrios como su mejor incentivo.

Columna de Sergio Montes, socio Inmobiliaria Regenera

Jane Jacobs, una de las mayores referentes del urbanismo mundial, señalaba que lo primero que se nos viene a la mente al pensar en una ciudad, son sus calles. Por esta razón, planteaba que las calles y sus veredas son los principales espacios públicos de una ciudad, sus órganos más vitales. Si bien también están los parques y las plazas, los primeros son muy relevantes.

Una buena calle es una calle con vida. Un lugar con personas que las circulan con variados propósitos: ir a trabajar, comprar, jugar, distraerse, hacer deporte, salir a comer, entre otros. Y para que estos espacios se llenen de vida, los desarrolladores inmobiliarios podemos contribuir. La misma Jacobs destacaba cuatro pilares para impulsar calles vivas, que si los llevamos a los desafíos actuales de una ciudad como Santiago, cobran pleno sentido: densidad equilibrada, usos mixtos, entramado fino de calles y edificios nuevos que convivan con los antiguos.

En las próximas semanas, hablaremos sobre cada uno de estos principios valorados también por quienes han liderado la revitalización de ciudades, como Jan Gehl en Copenhague y Rob Adams en Melbourne.

 

 

Menor tiempo de desplazamientos, más vida comunitaria y mayor calidad de vida son
algunas de las ventajas que destaca José Miguel Irarrázaval, socio fundador de Inmobiliaria Regenera.

  El acelerado crecimiento urbano plantea cada vez mayores desafíos en términos de integración y conectividad. Como ya lo decía la destacada teórica del urbanismo Jane Jacobs, las ciudades deben ser pensadas a escala humana, con un entramado compuesto por cuadras cortas, que combine construcciones residenciales con comerciales, y veredas donde transiten peatones a diferentes horas, ya que esto es lo que da vida a la comunidad.

Hoy, casi 60 años después, esta reflexión sobre la relevancia de integrar realidades y el uso de espacios sigue vigente como desafío. De esto depende la interconexión que existe dentro de un mismo barrio y también condiciona, en cierta medida, la manera en que este se relaciona con su entorno y con el resto de la ciudad. Aquí cobran especial relevancia aspectos como una adecuada infraestructura vial y mayor acceso a medios de transporte. Considerando esta realidad, Inmobiliaria Regenera promueve la creación de proyectos que se integren al barrio y que, a sus vez, se ubiquen en zonas con buena conectividad. Uno de sus socios fundadores, José Miguel Irarrázaval -quien realizó un magister de desarrollo inmobiliario en Londres, con mención en regeneración urbana- explica que estos aspectos cumplen un papel relevante en los procesos de revitalización de las ciudades, por eso deben ser potenciados.

¿Cómo beneficia una adecuada conectividad a los residentes de un barrio?

Les mejora considerablemente la calidad de vida. Una zona que está interconectada, que dispone de espacios acondicionados para transitar, con locales comerciales y servicios, es mucho más eficiente y agradable para sus habitantes.

Asimismo, si una área está bien conectada con su entorno, sus residentes se demoran menos en llegar diariamente a su trabajo, no deben recorrer grandes distancias para ir a comprar o realizar sus trámites, lo que les deja más tiempo libre para sus actividades personales, como hacer deporte o relacionarse socialmente.

 

¿Cómo esto beneficia a la ciudad en general?

Mientras más zonas estén interconectadas, las personas caminan más y andan más en bicicleta, lo que disminuye la congestión vehicular junto con la contaminación, tanto del aire como la acústica y visual. Esto da origen a una ciudad más armónica y amigable.

Además, un lugar que se utiliza más a nivel peatonal, se disfruta de una manera distinta, se descubren parques y rincones, mejora el comercio y la calidad de los servicios, las relaciones interpersonales entre vecinos se estrechan y disminuye la delincuencia. Se arma la vida de barrio que muchos añoran y que con la ciudad expandida se ha ido perdiendo.

 

¿Cómo Inmobiliaria Regenera incorpora los conceptos de integración y conectividad?

  Nuestros edificios se ubican en zonas interconectadas, cerca de metros, plazas, ciclovías, bancos, supermercados y otros servicios. Generamos proyectos pensados para integrarse al barrio, teniendo en cuenta su identidad, de manera de aportar al entorno y sus habitantes. También nos preocupamos de entender al futuro usuario y sus necesidades. Esto lo realizamos a través de estudios que nos entregan información comercial y de georreferenciación.

El edificio de oficinas que estamos construyendo en Avenida Suecia, por ejemplo, incluye en su diseño un paseo peatonal que une dos calles, haciéndolo así más permeable al espacio público y enriqueciendo la zona con un entramado más fino de circulación de personas.

En el caso de nuestro edificio de Manuel Montt, como es residencial, no puede ser tan abierto, sin embargo, se logra la integración de manera visual, ya que la idea es que el primer piso sea lo más transparente posible, que al caminar por la calle se vea hacia adentro y viceversa. En este nivel están los espacios comunes, como una sala de coworking y una terraza, lo que permite una mayor comunicación con el entorno.

En definitiva, lo que queremos ofrecer es un producto útil, eficiente y atractivo estéticamente, en zonas con servicios y bien conectadas, lo que finalmente se traduce en un círculo virtuoso para el barrio y su gente.